Hace muchos años, yo era cajero de un banco en la zona de Phoenix cuando el director de una planta de Dunn-Edwards (que, casualmente, vivía enfrente de donde yo crecí, en Mesa) me preguntó si quería trabajar para él. Había tenido otro mal día en el banco, así que aproveché la oportunidad. Empecé dos semanas más tarde y nunca volví la vista atrás.

El director de la planta reconoció que era un gran trabajador y me aseguró que había espacio para crecer. He sido llenador manual y preparador de lotes, he trabajado en mantenimiento y, finalmente, ascendí a Director de Control de Calidad. A lo largo de mis 31 años aquí, siempre he sentido que mi trabajo es apreciado, no sólo por mis compañeros y supervisores, sino también por Ken Edwards, tres directores generales y varios vicepresidentes.

En un día normal, conduzco hasta la planta y hago ejercicio en nuestro gimnasio. Después, llego a mi escritorio para clasificar los correos electrónicos, actualizar los datos de control de calidad y asistir a una reunión de producción. A partir de ahí, dedico el día a diversos proyectos de control de calidad y mejora, como la higiene de la planta, los procesos "right-first-time" y "red-tag".